sábado, 19 de octubre de 2013

Se es estudiante universitario si pensamiento, acción, y palabra están indisolublemente mezclados.


"Quizá el mayor desafío del ser humano en los albores del tercer milenio no sea acabar con el terrorismo, sino precisamente ampliar ese mapa universal que posibilita una mirada más generosa, una percepción más incluyente; quizá nuestro mayor reto presente no sea el de dar con el saudí que tumbó torres e hizo tronar el mundo, sino el de romper el ensueño de la separación y las limitaciones de los sentidos y recuperar nuestro, más  que probable, linaje como hijos de las estrellas, eternos navegantes del cosmos; quizá sea constatar que no estamos solos, que compartimos universo. Nos encontramos en la más preciosa aventura jamás vivida: la suerte inmensa de reunirnos, festejar, reír y materializar, desde nuestra individualidad, un universo de colaboración entre sus seres, quienes, gobernados desde nuestro universo interior, vivimos el sueño de SER amor universal". 
Facundo Cabral

Debido a la coyuntura crítica que atraviesa el país, permanentemente se esboza, se diserta, se filosofa, se academiza, se conversa, sobre  la necesidad que tiene Colombia de contar con estudiantes cuya capacidad reflexiva viabilicen la posibilidad de convertir a la Nación, y convertirse ellos mismos, en un sinónimo de progreso y superación.  Simón Rodríguez  plantea que “nadie hace bien lo que no sabe; por consiguiente nunca se hará República con gente ignorante, sea cual fuere el plan que se adopte”. No obstante, la cifra de estudiantes que conocen el rol que deben desempeñar es endeble e indeleble,  de ahí que, surge los cuestionamientos acerca de ¿Qué rol desempeña el estudiante universitario?

El rol del estudiante universitario es ser creativo, reflexivo, perseverante e insistente en su superación personal y colectiva,  porque la suma de estas dimensiones fortalecerá su comportamiento y su compromiso adquirido con la humanidad y su entorno base.  La sociedad y la academia esperan que el nuevo estudiante universitario sea un investigador con altos procesos de  pensamiento y técnicas sincrónicas en el  analísis de la teoría y el conocimiento, que construye en parte la vida universitaria, en relación con lo social, lo político, lo económico,  lo cultural y lo educativo,  en cada uno de los contextos que construyen identidad local, departamental y nacional. En consecuencia, se espera que los pares universitarios en interacción dialógica y participativa transformen la  praxis al interior  del alma mater para luego influir  en las actividades que desarrollan las comunidades.

Estas pretensiones tomarán pulso y dinamismo si las bases estudiantiles no desisten de dar solidez y carácter prioritario a la reforma universitaria que cursa  la participación decidida  de todos los gremios nacionales. El deber del  grueso de pensantes estudiantiles es apropiarse del llamamiento  a construir conciencia desde  la noción real de que  algunas universidades no cuentan con la implementación física y las estrategias procedimentales adecuadas y necesarias  para desarrollar y potenciar el saber y el saber hacer.

Es fundamental e ideológico defender la praxis universitaria del  control capitalista desmedido que está empoderándose en las universidades colombianas. Son los estudiantes los que deben converger ideológicamente con posturas serías de alto nivel filosófico, sociológico, lingüístico, literario, científico, matemático, para dirimir el accionar de los mercaderes educativos, y de  flujos de dinero de la banca nacional y extranjera. Por lo tanto, el  llamado, no desconocido, no nuevo, es que el estudiante tiene que bregar para  cambiar sus actitudes y desempeñar su papel. Exigir sus derechos en cuanto a  la calidad de la  educación que recibe. El alumno debe buscar  y alimentar un  rol activo en la construcción de su propio proceso de aprendizaje. Ya no sirve el alumno que se limita a asimilar información, sino que ha de ser crítico, indagador, reflexivo e investigador.

Los estudiantes colombianos han encendido las luces de la emancipación a tal punto que los  esfuerzos se cristalizan en los   lineamientos y principios rectores de  cómo debe ser el sistema educativo colombiano. Por tal razón,  en la declaración política del VII Plenario de la Mesa Amplia Nacional Estudiantil MANE, se lee lo siguiente: El movimiento estudiantil colombiano, ante la urgente necesidad de transformar la educación superior en Colombia como apuesta fundamental para darle vida a un país con Soberanía, Democracia y Paz, ha cumplido con su compromiso de construir una nueva ley alternativa de educación superior para Colombia. Con orgullo se dispone a presentar al país para que sea discutida, difundida, analizada, y asumida por el pueblo colombiano.
Con la propuesta de ley alternativa de educación superior, y las exigencias necesarias para comenzar a resolver la crisis a la cual se han visto sometidas las Instituciones de Educación Superior, el movimiento estudiantil convoca a la sociedad colombiana para que con imaginación, creatividad, memoria, perspectiva, y movilización defendamos esta nueva propuesta de educación superior.
La agenda de movilización construida por la MANE se desarrollará bajo los siguientes objetivos:
    1.      Confrontar el modelo educativo promovido por el gobierno de Juan Manuel Santos que tiene en crisis a la educación Superior y avanzar en su solución por medio de la movilización impulsada desde la MANE.
    2.      Avanzar en el posicionamiento de la MANE como referente gremial,  proyectándo la unidad de los estudiantes de Colombia, a partir del fortalecimiento organizativo, programático y de la movilización valiéndose de la articulación de escenarios y reivindicaciones locales, regionales y nacionales.

Sin embargo, algunos estudiantes universitarios consideran que estas posturas e ideales no logran abandonar su espectro de abstracción, pues no se correlacionan con la realidad actual palpable y continua. No está de más evidenciar en este momento una  discusión con un estudiante de primer semestre de ingeniería electrónica de la Universidad de los Andes, sobre el tópico que se está abordando. Álvaro Andrés Ramírez, no dudó en afirmar que todas las teorías progresistas sobre el anhelado  cambio es una utopía, y se pregunta: “¿Realmente la sociedad espera un investigador con altos procesos de pensamiento y todo eso que dice? Me parece algo muy utópico sinceramente, más personal que general. Probablemente se espera que un universitario contribuya a la economía nacional, a mejorar el país…pero en un sentido estricto creo que a la sociedad no le interesa mucho de dónde surja todo eso, solo le importa que suceda”.

En la actualidad un estudiante debe conocer bien su cultura, en qué medio se desenvuelve y todas las deficiencias que tiene intelectualmente para que sus debilidades se potencialicen  en fortalezas cognitivas y procedimentales. Solo él determinará los roles que quiere cumplir y  el nivel y la calidad de  intervención en el proceso de enseñanza aprendizaje en mediación y relación dialógica con el nuevo rol  del docente contemporáneo.

El proceso evolutivo de la maestría exige que  la idoneidad y la cualificación didáctica y pedagógica de quien lidera los procesos, el docente, sea planeada, desarrollada y ejecutada desde y por el estudiante. Esa didáctica exige profesores  que se preocupan por enseñar a aprender y se unan decididamente  al clamor holístico de cambios reales,  sostenidos y sostenibles. La nueva generación de maestros  debe comprender que es esencial alentar a los estudiantes a aprender y no a convertirse en meros receptores de la información.

Pero por una parte, el profesor ya no actúa como único ente poseedor de todo el conocimiento, sino que ahora su papel es el de facilitador del mismo y, por otra parte, el alumno ya no es la parte pasiva del proceso de enseñanza - aprendizaje, sino que la parte activa y protagónica del mismo.

Todo lo anterior no se ha quedado en las ideas  y disertaciones, pues en el actual siglo los estudiantes han cambiado sus procesos mentales, renovando el pensamiento de conformismo. Ahora, el estudiante es inquieto, es informado, es creativo, con intereses e inquietudes propias, dispuesto y capacitado para enfrentar, apoyar y cooperar no sólo en su propio proceso de enseñanza - aprendizaje, sino también en el de los demás y teniendo en cuenta que incluso tienen unas características principales como valores fundamentales  de responsabilidad, respeto, pensamiento reflexivo, sinceridad, honestidad con los demás y sobre todo consigo mismo.

Frente a estos planteamientos el estudiante consultado afirma que “por lo que yo he vivido dentro de mi experiencia universitaria, siento que entonces no estamos muy lejos de la educación tradicional…Hablo desde lo que siento, desde lo que vivo...no tengo estudios suficientes en el tema como para contra-argumentar con fuerza…para mí lo que dicen no es algo que se apegue a la realidad…" Estoy seguro que esto no es algo nuevo, que siempre ha existido este patrón...y por otro lado, por lo que he sentido hasta ahora en la U, esta no es una realidad global, no es algo que identifique a la mayoría de estudiantes”.

El estudiante se equivoca en su premisa de “nada es nuevo” porque  Estanislao Zuleta  y otros estudiosos de la pedagogía y la educación y yo, estamos seguros que sí es nuevo en las dimensiones y niveles que se requiere. Ser creativo, ser informado es inherente al ser humano, por supuesto, pero no alcanzaba las dimensiones de ahora,  no se hacía  énfasis en que el estudiante fuera autónomo en su aprendizaje. Antes no existía la relación enseñanza aprendizaje, léase bien relación. Todo esto es nuevo porque si no se abonara el terreno de la autonomía del aprender las pregrados no estuvieran pensados desde el sistema de créditos académicos,  y no existiría la educación a distancia y virtual.
Todos estos argumentos son válidos y muy acertados, pero también la universidad, a través de la información que desplaza, pone más énfasis en facilitar la adaptación de los estudiantes al aprendizaje y al estudio, que en formarlos para la participación de los estudiantes como miembros de la comunidad universitaria, de acuerdo con la idea de una formación integral desde la participación activa en el desarrollo institucional; el punto de partida de todo esto  está en la información que se les hace llegar a los estudiantes desde la propia universidad, por tal motivo es donde es excesivamente indispensable que tanto la universidad, en conjunto con los docentes deben ayudar a facilitar el rol que va a desempeñar cada uno de los estudiantes universitarios, informándolos, ayudándolos, guiándolos y provocando que el estudiante se crea el papel y se forme para que  lo desarrolle de la mejor manera; ya que es el, quien en un futuro se va  ejercer en un proceso importante en el desarrollo de su profesión.

“Desde mi punto de vista las cosas siguen como estaban antes, en cuánto a que la educación actual está muy cerca de la tradicional y le voy a dar una razón: a las clases que yo asisto, así como la mayoría de estudiantes uniandinos, hay un profesor que debe dictar clase a cerca de 100 personas, en estos espacios no hay mucho campo para el debate, la discusión, la proposición...porque si hay 100 personas + 1 opinando a la vez las clases nunca avanzarían”.

La anterior ejemplificación soporta la demostración que las universidades, sin importar el estatus social y académico, siguen en  la “fácil” tarea de dictar clases,  solo les importa el conocimiento no les interesa que el estudiante construya y alimente la cátedra desde su competencia básica de oratoria y argumentación. No se respalda el ideal de Simón Rodríguez de "Enseñen los niños (enseñen a los jóvenes) a ser preguntones, para que, pidiendo el por qué de lo que se les mande hacer; se acostumbren a obedecer a la razón, no a la autoridad como los limitados, no a la costumbre como los estúpidos".

No hay que olvidar que el rol de estudiante que se propone es el  que crea propuestas, ayuda a construir reforma educativa, discute las políticas educativas, el estudiante autónomo que investiga y lee con criterio los discursos que imparten sus docentes al interior de las aulas. Abogo por la escenificación de  una clase en la que el educando encienda los motores de la dialéctica y haga suyo el proceso hegeliano de la tesis, la antítesis y la conclusión.
Stephania Sanmiguel Alarcón.


No hay comentarios:

Publicar un comentario