"Quizá
el mayor desafío del ser humano en los albores del tercer milenio no sea acabar
con el terrorismo, sino precisamente ampliar ese mapa universal que posibilita
una mirada más generosa, una percepción más incluyente; quizá nuestro mayor
reto presente no sea el de dar con el saudí que tumbó torres e hizo tronar el
mundo, sino el de romper el ensueño de la separación y las limitaciones de los
sentidos y recuperar nuestro, más que probable, linaje como hijos de las
estrellas, eternos navegantes del cosmos; quizá sea constatar que no estamos
solos, que compartimos universo. Nos encontramos en la más preciosa aventura
jamás vivida: la suerte inmensa de reunirnos, festejar, reír y materializar,
desde nuestra individualidad, un universo de colaboración entre sus seres,
quienes, gobernados desde nuestro universo interior, vivimos el sueño de SER
amor universal".
Facundo
Cabral
Debido a la coyuntura
crítica que atraviesa el país, permanentemente se esboza, se diserta, se
filosofa, se academiza, se conversa, sobre
la necesidad que tiene Colombia de contar con estudiantes cuya capacidad
reflexiva viabilicen la posibilidad de convertir a la Nación, y convertirse
ellos mismos, en un sinónimo de progreso y superación. Simón Rodríguez plantea que “nadie hace bien
lo que no sabe; por consiguiente nunca se hará República con gente ignorante,
sea cual fuere el plan que se adopte”. No
obstante, la cifra de estudiantes que conocen el rol que deben desempeñar es
endeble e indeleble, de ahí que, surge
los cuestionamientos acerca de ¿Qué rol
desempeña el estudiante universitario?
El rol del estudiante
universitario es ser creativo, reflexivo, perseverante e insistente en su
superación personal y colectiva, porque
la suma de estas dimensiones fortalecerá su comportamiento y su compromiso
adquirido con la humanidad y su entorno base.
La sociedad y la academia esperan que el nuevo estudiante universitario
sea un investigador con altos procesos de
pensamiento y técnicas sincrónicas en el
analísis de la teoría y el conocimiento, que construye en parte la vida
universitaria, en relación con lo social, lo político, lo económico, lo cultural y lo educativo, en cada uno de los contextos que construyen
identidad local, departamental y nacional. En consecuencia, se espera que los
pares universitarios en interacción dialógica y participativa transformen la praxis al interior del alma mater para luego influir en las actividades que desarrollan las
comunidades.
Estas pretensiones
tomarán pulso y dinamismo si las bases estudiantiles no desisten de dar solidez
y carácter prioritario a la reforma universitaria que cursa la participación decidida de todos los gremios nacionales. El deber del
grueso de pensantes estudiantiles es
apropiarse del llamamiento a construir
conciencia desde la noción real de que algunas universidades no cuentan con la
implementación física y las estrategias procedimentales adecuadas y necesarias para desarrollar y potenciar el saber y el
saber hacer.
Es fundamental e
ideológico defender la praxis universitaria del
control capitalista desmedido que está empoderándose en las
universidades colombianas. Son los estudiantes los que deben converger
ideológicamente con posturas serías de alto nivel filosófico, sociológico,
lingüístico, literario, científico, matemático, para dirimir el accionar de los
mercaderes educativos, y de flujos de
dinero de la banca nacional y extranjera. Por lo tanto, el llamado, no desconocido, no nuevo, es que el
estudiante tiene que bregar para cambiar
sus actitudes y desempeñar su papel. Exigir sus derechos en cuanto a la calidad de la educación que recibe. El alumno debe buscar y alimentar un rol activo en la construcción de su propio
proceso de aprendizaje. Ya no sirve el alumno que se limita a asimilar
información, sino que ha de ser crítico, indagador, reflexivo e investigador.
Los estudiantes colombianos han encendido las luces de la
emancipación a tal punto que los
esfuerzos se cristalizan en los
lineamientos y principios rectores de
cómo debe ser el sistema educativo colombiano. Por tal razón, en la declaración política del VII Plenario de la Mesa Amplia Nacional Estudiantil MANE, se lee lo
siguiente: El movimiento estudiantil
colombiano, ante la urgente necesidad de transformar la educación superior en
Colombia como apuesta fundamental para darle vida a un país con Soberanía,
Democracia y Paz, ha cumplido con su compromiso de construir una nueva ley
alternativa de educación superior para Colombia. Con orgullo se dispone a
presentar al país para que sea discutida, difundida, analizada, y asumida por
el pueblo colombiano.
Con la propuesta de ley alternativa de educación superior, y las exigencias
necesarias para comenzar a resolver la crisis a la cual se han visto sometidas
las Instituciones de Educación Superior, el movimiento estudiantil convoca a la
sociedad colombiana para que con imaginación, creatividad, memoria,
perspectiva, y movilización defendamos esta nueva propuesta de educación
superior.
La agenda de movilización construida por la MANE se desarrollará bajo los
siguientes objetivos:
1. Confrontar el modelo educativo promovido por el gobierno de Juan
Manuel Santos que tiene en crisis a la educación Superior y avanzar en su
solución por medio de la movilización impulsada desde la MANE.
2. Avanzar en el posicionamiento de la MANE como referente gremial, proyectándo la unidad de los estudiantes de Colombia, a partir del
fortalecimiento organizativo, programático y de la movilización valiéndose de
la articulación de escenarios y reivindicaciones locales, regionales y
nacionales.
Sin embargo, algunos estudiantes
universitarios consideran que estas posturas e ideales no logran abandonar su
espectro de abstracción, pues no se correlacionan con la realidad actual
palpable y continua. No está de más evidenciar en este momento una discusión con un estudiante de primer
semestre de ingeniería electrónica de la Universidad de los Andes, sobre el
tópico que se está abordando. Álvaro Andrés Ramírez, no dudó en afirmar que
todas las teorías progresistas sobre el anhelado cambio es una utopía, y se pregunta: “¿Realmente la
sociedad espera un investigador con altos procesos de pensamiento y todo eso
que dice? Me parece algo muy utópico sinceramente, más personal que general.
Probablemente se espera que un universitario contribuya a la economía nacional,
a mejorar el país…pero en un sentido estricto creo que a la sociedad no le
interesa mucho de dónde surja todo eso, solo le importa que suceda”.
En la actualidad un
estudiante debe conocer bien su cultura, en qué medio se desenvuelve y todas
las deficiencias que tiene intelectualmente para que sus debilidades se
potencialicen en fortalezas cognitivas y
procedimentales. Solo él determinará los roles que quiere cumplir y el nivel y la calidad de intervención en el proceso de enseñanza
aprendizaje en mediación y relación dialógica con el nuevo rol del docente contemporáneo.
El proceso evolutivo de
la maestría exige que la idoneidad y la
cualificación didáctica y pedagógica de quien lidera los procesos, el docente, sea
planeada, desarrollada y ejecutada desde y por el estudiante. Esa didáctica
exige profesores que se preocupan por
enseñar a aprender y se unan decididamente
al clamor holístico de cambios reales, sostenidos y sostenibles. La nueva generación
de maestros debe comprender que es
esencial alentar a los estudiantes a aprender y no a convertirse en meros
receptores de la información.
Pero por una parte, el
profesor ya no actúa como único ente poseedor de todo el conocimiento, sino que
ahora su papel es el de facilitador del mismo y, por otra parte, el alumno ya
no es la parte pasiva del proceso de enseñanza - aprendizaje, sino que la parte
activa y protagónica del mismo.
Todo lo anterior no se
ha quedado en las ideas y disertaciones,
pues en el actual siglo los estudiantes han cambiado sus procesos mentales,
renovando el pensamiento de conformismo. Ahora, el estudiante es inquieto, es informado,
es creativo, con intereses e inquietudes propias, dispuesto y capacitado para
enfrentar, apoyar y cooperar no sólo en su propio proceso de enseñanza -
aprendizaje, sino también en el de los demás y teniendo en cuenta que incluso
tienen unas características principales como
valores fundamentales de responsabilidad,
respeto, pensamiento reflexivo, sinceridad, honestidad con los demás y sobre todo
consigo mismo.
Frente a estos
planteamientos el estudiante consultado afirma que “por lo que yo he vivido
dentro de mi experiencia universitaria, siento que entonces no estamos muy
lejos de la educación tradicional…Hablo desde lo que siento, desde lo que
vivo...no tengo estudios suficientes en el tema como para contra-argumentar con
fuerza…para mí lo que dicen no es algo que se apegue a la realidad…" Estoy
seguro que esto no es algo nuevo, que siempre ha existido este patrón...y por
otro lado, por lo que he sentido hasta ahora en la U, esta no es una realidad
global, no es algo que identifique a la mayoría de estudiantes”.
El estudiante se equivoca en su premisa de “nada es nuevo”
porque Estanislao Zuleta y otros estudiosos
de la pedagogía y la educación y yo, estamos seguros que sí es nuevo en las
dimensiones y niveles que se requiere. Ser creativo, ser informado es inherente
al ser humano, por supuesto, pero no alcanzaba las dimensiones de ahora, no se hacía
énfasis en que el estudiante fuera autónomo en su aprendizaje. Antes no
existía la relación enseñanza aprendizaje, léase bien relación. Todo esto es
nuevo porque si no se abonara el terreno de la autonomía del aprender las
pregrados no estuvieran pensados desde el sistema de créditos académicos, y no existiría la educación a distancia y
virtual.
Todos estos argumentos son válidos y muy acertados, pero
también la universidad, a través de la información que desplaza, pone más
énfasis en facilitar la adaptación de los estudiantes al aprendizaje y al
estudio, que en formarlos para la participación de los estudiantes como miembros
de la comunidad universitaria, de acuerdo con la idea de una formación integral
desde la participación activa en el desarrollo institucional; el punto de
partida de todo esto está en la
información que se les hace llegar a los estudiantes desde la propia
universidad, por tal motivo es donde es excesivamente indispensable que tanto
la universidad, en conjunto con los docentes deben ayudar a facilitar el rol
que va a desempeñar cada uno de los estudiantes universitarios, informándolos,
ayudándolos, guiándolos y provocando que el estudiante se crea el papel y se
forme para que lo desarrolle de la mejor
manera; ya que es el, quien en un futuro se va ejercer en un proceso importante en el
desarrollo de su profesión.
“Desde mi punto de
vista las cosas siguen como estaban antes, en cuánto a que la educación actual
está muy cerca de la tradicional y le voy a dar una razón: a las clases que yo
asisto, así como la mayoría de estudiantes uniandinos, hay un profesor que debe
dictar clase a cerca de 100 personas, en estos espacios no hay mucho campo para
el debate, la discusión, la proposición...porque si hay 100 personas + 1
opinando a la vez las clases nunca avanzarían”.
La anterior ejemplificación soporta la demostración
que las universidades, sin importar el estatus social y académico, siguen en la “fácil”
tarea de dictar clases, solo les importa
el conocimiento no les interesa que el estudiante construya y alimente la
cátedra desde su competencia básica de oratoria y argumentación. No se respalda
el ideal de Simón Rodríguez de "Enseñen los niños
(enseñen a los jóvenes) a ser
preguntones, para que, pidiendo el por qué de lo que se les mande hacer; se
acostumbren a obedecer a la razón, no a la autoridad como los limitados, no a la
costumbre como los estúpidos".
No hay que olvidar que el rol de estudiante que se propone es el que crea propuestas, ayuda a construir reforma
educativa, discute las políticas educativas, el estudiante autónomo que
investiga y lee con criterio los discursos que imparten sus docentes al
interior de las aulas. Abogo por la escenificación de una clase en la que el educando encienda los
motores de la dialéctica y haga suyo el proceso hegeliano de la tesis, la
antítesis y la conclusión.
Stephania Sanmiguel Alarcón.
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